Festividad de San Martín de Porres Patrón de la Bolsa de caridad de la
Archicofradía del Rosario.
Domingo, 03 de noviembre de 2013
a las 19:30 Rezo del Santo Rosario y exposición del Santísimo
a las 20:00 horas Santa Misa
Martín hermano de fe y caridad
Unidos en comunidad y ya dentro del “Año de la Fe”, vivimos
nuestra Fiesta Patronal en honor de San Martín de Porres. Recordamos que este
año celebramos el 50 aniversario de la canonización del llamado "santo de
la escoba" (el 6 de mayo), coincidiendo con el 50 aniversario de la
apertura del Concilio Vaticano II. Aquel que nació en la ciudad de Lima, Perú,
el día 9 de diciembre del año 1579. Martín fue creciendo con mucha humildad y a
los doce años entró de aprendiz de peluquero, y asistente de un dentista. En
ese sencillo oficio conoce al Fraile Juan de Lorenzana, famoso dominico buen
teólogo y hombre de virtudes, quien lo invita a entrar en el Convento de
Nuestra Señora del Rosario. Pero las leyes de aquel entonces le impedían ser
religioso por su la raza, por lo que Martín ingresó como Donado, pero él se
entrega a Dios y su vida está presidida por la fe, el servicio, la humildad, la
obediencia y un amor sin medida. El sueño de Martín era "Pasar
desapercibido y ser el último" pero Dios tenía otro plan para él. Su
anhelo más profundo siempre fue seguir a Jesús. Siempre lo hemos tenido como un
gran modelo de fe y caridad.
El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión
religiosa. El P. Fernando Aragonés testificará: "Se ejercitaba en la
caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y
negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor". La portería del
convento es un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros; él
solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres". Pronto la
virtud del mulato dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se
extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que
podía encontrar en la calle.
Un día Martín enferma y él dice que de esa enfermedad
moriría, cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir a gozar de la
presencia de Dios, pidió a los religiosos que le rodeaban que entonasen el
Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Era el 3 de noviembre de
1639. El Papa Gregorio XVI lo declaró Beato en 1837. Fue canonizado por El Papa
Juan XXIII en 1962.