Es triste despedir a una persona que dedicó toda su vida a trabajar y a servir a los demás. Pero más triste es despedir a un amigo que me enseño que las personas y la amistad están por encima de todo. Oscar Rodríguez Fernández siempre en mi corazón. Rezo por tí y tu familia.
Descansa en paz
𝐌𝐔𝐂𝐇𝐎 𝐌Á𝐒 𝐐𝐔𝐄 𝐔𝐍 “𝐂𝐀𝐏𝐈𝐋𝐋𝐈𝐓𝐀”: 𝐄𝐑𝐀 𝐔𝐍 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐑
📝De José Miguel Juan
Gamalié a Oscar Rodríguez Fernández
A veces Dios pone en tu camino a personas que con su ser, saber
y estar son un regalo. A veces Dios nos hace guiños de una manera descarada. A
veces Dios nos acaricia el alma…
Lo conocí hace un par de años. Yo había sido invitado por mi
Cofradía para pronunciar el pregón de Semana Santa al día siguiente. Por casualidad,
aunque no creo en las casualidades, la noche anterior al pregón me invitaron a
la Casa de Hermandad de la Archicofradía del Rosario y allí conocí a Óscar.
Desde el primer momento me cautivó su dinamismo y optimismo. Alguien le
preguntó por su enfermedad, esa que se lo ha llevado y contestó que estaba
bien, que estaba contento. Él sabía de sobra su mal y daba la sensación que
quería vivir muy deprisa como si no quisiera dejar nada pendiente. Acto seguido
me enseñó hasta el último rincón de la Casa de Hermandad. Vi en primicia a la
Virgen del Dulce Nombre con San Juan, el manto, cesión de Triana, que ese año
iba a lucir el Señor de la Redención, el ambicioso proyecto de la Cena, y hasta
un paso para el Corpus de no sé donde. Era tanta la pasión que ponía en las
explicaciones de sus proyectos que era difícil no sentirte atrapado ante tanto
sentimiento y sabiduría.
Más tarde, y ante una cerveza, de una manera ya más informal
cambiamos impresiones sobre nuestra querida Semana Santa salmantina.
Imaginería, música, horarios, itinerarios y hasta exornos florales, salieron de
su corazón más que de su boca . En aquella charla tan agradable e intensa
desfilaron por nuestras mentes desde la Dolorosa del Vía Matrix, hasta el
domingo de Resurrección. Yo vivo y siento la Semana Santa de Salamanca muy
dentro, pero a su lado me sentí muy, muy pequeño.
No, no era un “listillo” o “enterao” de esos que revolotean
por la Semana Santa de Salamanca. No era un “figurón” de medalla al cuello, que
también los hay. Era un hombre sabio pero sencillo, muy sencillo y humilde que
sentía lo que decía y vivía lo que sentía. Era mucho más que un “capillita”,
era un sentidor de la Semana Santa Charra.
Cuando salí de allí vino a mi mente aquel verso del Cantar
de Mío Cid: ¡Dios, que buen vasallo si tuviese un buen señor! lo que hoy, tras
su pérdida, me hace reflexionar que Óscar trabajó y vivió para la Semana Santa
por y para el mejor Señor que se puede tener, Dios.
Querido Óscar, que al Paraíso te lleven los ángeles y que el
Señor de la Redención te siente a su lado en la mesa de la Santa Cena, donde
seguro que ya te ha hecho un hueco para que vivas la Pascua eterna y veas y
disfrutes de la Semana Santa tu tierra desde un balcón privilegiado.
Era mucho más que un capillita, era un sentidor…
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